Amboise es un sitio que parece chiquitito, con casitas con encanto, calles estrellas y farolas acabadas en forma de espiral. Allí pasó los últimos años de vida Leonardo da Vinci, en una casa rodeada de jardines con arroyos y puentes. Nos colamos en este sitio, que resultó ser "el otro castillo", porque nos pareció inadmisible volver a pagar ocho eurazos. Nuestra cuenta con el karma quedaba saldada si pensábamos que la entrada a cada sitio fueron cuatro euros.
Los jardines estaban repletos de grandes maquetas con los inventos de este hombre. Pasamos un buen rato, a pesar de que a esas alturas ya parecíamos zombis de mutalandia.
A la vuelta a Tours, ducha, cena y a la calle. En el Gros Bar había soirée erasmus, y bebí cosas azules y rosadas. También conocí a M. Chateau, mi madrina o chica tándem o cómo sea que se llame. Una chica de aquí que habla contigo, te ayuda y te enseña la ciudad. Me dijo, por compasión, que hablaba bien el francés. Al menos me entendió.
Todavía espero las cajas con la ropa de invierno y el edredón, la bici que tengo que comprar, hacer el examen a las dos de la tarde, apuntarme a los deportes y a la cultura, hacer viajes, empezar de una vez las clases, hacerme la colada que ya toca...
No hay comentarios:
Publicar un comentario