domingo, 15 de enero de 2012
Weekend
En el fin de esta semana tan larga y tan corta no he parado de moverme. Yo que contaba con una semana en blanco para hacer mil cosas, solo taché la mitad de la lista. El viernes me invitaron a cuscús para comer en casa de R. Además de hincharme, me monté sobre la mesa para ayudarle a pegar un póster, comí chocolate canario y me dieron a conocer una nueva serie de las que a mí me gustan, de 20 minutos. Tras una tarde chorra y una cena rápida, me aventuré al plan de la noche: Botellón en la orilla del Loira. Bien equipada contra los menos grados llegué para encontrarme a una piña de gente de muy diversas nacionalidades charlando y bebiendo. Estuve hablando en francés con G., un austriaco estudiante de musicología que estuvo contándonos a R. y a mí los pormenores de su carrera. Pasé también un rato con A. y Y., que ya las echaba de menos y también conocí a I., una chica española muy amable que vive también en mi residencia.
El sábado me levanté animada: el sol radiaba y yo me iba a pasar el día a la bella Vendôme. Rodeada de gente agradable, riéndome bastante, ¡haciéndome fotos! descubrí este pueblo europeo tan característico. En cada esquina un puente o una casa con encanto o una catedral flamboyante que en cualquier momento parece que va a ponerse a arder. La caminata de subida al castillo mereció mucho la pena por las vistas pero luego había que reponer fuerzas de alguna manera, así que acabamos en un bonito salón de té tomando un chocolate caliente a la naranja. A. nos azuzó con su acento gallego para no perder el bus de vuelta. Pasamos un rato divertido chinchándola mientras corríamos hacia la Gare. La tarde acabó con T. y M. llorando en mi cuarto viendo Billy Elliot.
Esta tarde de domingo por fin toca el amigo invisible. Y mañana: a empezar un nuevo semestre.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Genial foto rodeada de la vida en Francia (:
ResponderEliminar