lunes, 30 de abril de 2012

Viernes 27 de abril


Kumpir savoyarde


Jirafa en la Cavane

El fin de semana empezó muy bien. T. volvía de su paso por la feria de Sevilla y fuimos a recogerla a la gare. Justo cuando su tren estaba a punto de llegar nos acordamos de que a ella siempre le había hecho ilusión que la fueran a recoger con un cartel de esos en los que tu nombre con grandes letras mayúsculas te da la bienvenida. Así que a ello nos pusimos entre prisas, risas y miradas de asombro de unos franceses que a veces tienen más queso que sangre en las venas. Mereció la pena, a pesar de las eventuales confusiones con los apellidos de la recién llegada, porque la pobre después de un viaje agotador estalló en risas al vernos, sorprendida. Aunque T. prometió salir, se quedó en su casa al darse cuenta que le temblaban las manos del cansancio. Al día siguiente sí que la vi para tomar algo y venía como los Reyes Magos de España, con cacahuetes para Mercedes y unos pendientes muy coquetos para mí. 

Así que esa noche de lluvia -para variar- nos refugiamos en un antro turco a cenar o morir a base de una patata asada que rellenan con carne y verduras, la mezclan con la propia patata y salsa de queso y la sirven bien caliente. El sitio se llama "Patata Papa" y está muy cerca de Place Plum, así que al acabar no tuvimos ningún reparo en acercarnos a casa de R. a tomar un vinito y luego a la Cavane, un bar en el que pedimos una jirafa de cerveza a repartir entre el grupo. Las risas iban aumentando y con el buen ánimo llegamos al Café Chaud, un antro que hace las veces de discoteca en el que nos pusieron la bomba y nos hartamos de bailar. Al volver a casa el tiempo siguió abucheando a la ciudad, y mis pies plof plof que parecían charcos. Llegué contenta, sin embargo, era prácticamente la primera vez que me acompañaban para que no volviese sola. Es la suerte de que una amiga se eche un algo francés que vive cerca del ghetto.  



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