miércoles, 19 de octubre de 2011

Anecdotario

Llevo una semana que pa'qué. Con este frío de chimenea - acaba de pasar una carrera de pájaros por mi ventana... ahí van los rezagados.... Lo que decía, con este tiempo caí enferma y tras retrasarlo mucho fui por fin al médico. Un cabinet medical viene a ser un centro médico. Lo bueno de ir al médico fueron muchas cosas. La primera es que camino del cabinet me topé con un bonito parque que está al lado de mi casa, y yo sin saberlo. Llegaba tarde, como de costumbre, así que entré sin muchas esperanzas pero dio la casualidad de que justo cuando entraba por la puerta el médico salía de la consulta y decía: -Lópesssss Flogues...
Contenta, entré, me senté y le dije, para empezar, que era Egasmus. Ahí empezó todo. Él había estudiado español en el colegio pero lo suyo eran las matemáticas. Por lo visto es cosa de familia, porque a su hija tampoco le va muy bien en español. Pero para tan mala experiencia con el español, bien que se acordaba de una canción chilena que hablaba no sé qué de la sangre de los obreros. Me la recitó no muy convencido y el pobre dudó aún más cuando vio que su interlocutora no reconocía la letra. En fin, me dijo, hablas muy bien el francés. Claro que no. Pues, ¿sabes qué podrías hacer para aprender más francés? ¿Qué? Leer poesía. Oh, la poesía. Verlaine, Rimbaud, Baudelaire... Claramente, tienes que leer a Verlaine. Sí, te compras un tratado de Verlaine y listo. Por cierto, tienes bronquitis, toma estos antibióticos seis días.
La vida me regala cosas bellas, por aquí. El día de antes de la visita al doctor, pisaron estos supuestos 18 m2 más de diez personas que se hacen llamar amigos. Hicimos crêpes y me prohibieron ponerme enferma más. O al menos no avisarles.
Y ahora resulta que hasta me sale trabajo. Un trabajo que me regala un té caliente por la mañana y todo.
En la clase los franceses se esfuerzan por hablarme español, sonrientes.
En otra clase conocí a una colombiana (otra) que me firmó su libro de poemas, sus Luciérnagas de otro tiempo. Hoy llegó sonriendo de oreja a oreja, y me explicó que estaba feliz porque por fin estaba encontrando su lugar. O viéndose aquí, como una realidad. Y resulta que este había sido su sueño desde hace mucho y que ahora lo estaba disfrutando.
Aparte de todo, me falta el tiempo porque quisiera hacer más de lo que hago, no tener tanto frío, comer mejor, ver más a mis amigos, hablar más en francés, leer más... Todo un poco más, menos de esta bronquitis que no quiero nada.
En estos días tan ajetreados, me imagino las páginas de un periódico pasando fugaces a un golpe de viento. Y ya luego la imagen se va con las hojas que cayeron de los árboles y que ahora son arrastradas por un remolino a lo largo de la ciudad. Todo de cine. Mientras escucho a Ray Charles, pienso de otra forma. Tengo muchos prejuicios y no me gustan los que tengo. Quizás los de A. sí merezcan un dueño pero los míos hay que arrojarlos lejos. Ojalá esto me cambie. Ojalá a la vuelta todo sea como antes (aunque evolucionado) pero yo sea otra. Mi punto de vista quiero que sea otro. Es justo y necesario si quiero ser más feliz. No me gustó Closer, no me gustó cuando hablaron de las personas deprimidas. Tant pis.
Soy un poco Zelig. Lo que todo el mundo sabe que traducido al español es que soy muy Zelig.
Por otro lado, tengo más problemas personales. Lingüísticos, concretamente. Parece que se me olvidó que Gobierno en español se escribe con b. Porque aquí eso de be y ve tienen su guasa, no te creas. Hasta el médico me lo preguntó: ¿entonces Valencia se escribe Balencia? No. Ah, como lo has dicho con be. Pues eso, que resulta que estoy en mitad de un examen de traducción Fr > Es cuando aparece la palabra gouvernement. Seguro que a Chomsky o alguno de esos le divertiría mi pobre capacidad mental en el campo de las lenguas. Con estas letras también se puede comprobar, de todas formas.

Con todo, que la rutina me machaque y me saque el mejor jugo no tiene la misma gracia si no estás tú para compartirla. Por lo menos, en el fin de cada semana, cuando quedábamos en el punto y yo aparecía caminando por donde siempre mientras tú me esperabas porque otra vez llegaba tarde. Entonces nos mirábamos y nos sonreíamos, apartábamos la mirada (como si aún nos diera vergüenza mirarnos el uno al otro), volvíamos a mirar. Luego, caminábamos juntos hasta que llegaba un beso.


1 comentario:

  1. en mi cara ha salido el sol. Una sonrisa lo acompaña. Leerte es volar. I swear to god

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