Antes se solía pensar que en movimiento se asimilaban mejor las ideas y los conocimientos. Las clases se daban paseando y los reyes en sus castillos o en sus palacios tenían galerías privadas para la recepción de los amigos más íntimos. Así que lo correcto era invitar a un amigo a pasear por tu casa y no a sentarse en tu salita a tomarse una taza de té.
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